miércoles, 8 de diciembre de 2010

Primeros pasitos




A veces eres conscientes de cuándo los das, otras no. Pero están ahí, poco a poco sirven para que avances, más rápido o más despacio cada uno encuentra su ritmo, solo o en compañía, y vas diseñando el camino, por un paseo marítimo o de las calles de Fermoselle a las de León.

A veces esos pasitos generan cambios leves, casi insignificantes, parte de una ruta, livianos puntos de giro en una película que se alarga más de la cuenta. Otras, son como una ola rompiendo con fuerza contra el muro construido para cohibirla pero, al mismo tiempo, para mostrar la potencia que tiene.



A veces somos así, como una ola que en medio del mar no parece gran cosa, que solo resulta un leve movimiento, pero que cobra su esplendor al estamparse contra una barrera imprevista, contra un obstáculo que buscas superar como sea.

A veces los primeros pasitos no son cambios leves, a veces cambian completamente el camino, la dirección y el ritmo y se convierte en una carrera y hacia otro lugar antes impensable. Sin prisa, eso sí, avanzan seguros como un equipo que solo pierde un partido de nueve, como una alegría constante que se estabiliza y te hace ver normal lo que antes no concebías.

A veces, la potencia de una ola controlada te permite llegar muy lejos...

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