viernes, 5 de noviembre de 2010
Dibujar el futuro
Cada día tengo más claro que el futuro se dibuja poquito a poco en el presente, con cuidado, con cariño, con buena letra el que la tenga. Mientras tanto, mientras llega ese futuro que vamos quemando segundo a segundo, el porvenir queda dibujado en la línea del horizonte, allí duermen las palabras que serán dichas y escuchadas, allí donde decía Galeano que camina la utopía para que la sigamos persiguiendo.
En el caso del mar, la línea del horizonte a menudo se desdibuja con la del cielo, a veces parece que hay un agujero en ese mismo cielo por el que se van los sueños, otras los azules se entremezclan y dificultan distinguir el agua del lugar en el que duermen las nubes los días grises.
Quizá al final de ese horizonte hay una barca de papel que cuando se moja se hunde. O no se hunde y resulta que la barca no era de papel y te das cuenta de cómo una pequeña emoción a la que no le das importancia va creciendo y se torna en un gratamente imparable sentimiento, como si se tratase de una mariposa que aletea y desata un huracán en la otra punta del mundo.
A veces, en una nueva etapa sientes que estás en esa calle que te lleva siempre al sitio al que quieres llegar, a una península sin bandera en la que te sientes libre, me gusta como...
Algo de todo esto pasa ahora, algo así respiro en una semana sin nubes en la que el tiempo se dilata y se contrae entorno a lugares fascinantes que no tienen nada que ver con lo que eran horas atrás.
Y aquí empieza una aventura única, un proyecto ilusionante, lleno de esperanzas e inquietudes, las fotos de mi hermana adolescente que se está haciendo adulta en cada enfoque rodeadas de estas tímidas palabras que ahora están entusiasmadas al haber encontrado, al fin, una inspiración con la que dibujar el futuro.
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